Sí, pero la adicción a la televisión y sobre todo a los videojuegos no es más que eso, una adicción; no es una ludopatía ni está descrita como un trastorno psicológico. Lo preocupante es el aislamiento personal que conlleva, en un momento en el que los chavales están poniendo los pilares donde se va a asentar su personalidad. La socialización, además, es parte imprescindible de ese proceso.

Para averiguar si vuestro hijo es adicto a los videojuegos o a la tele, os proponemos un sencillo test. Cada respuesta afirmativa se contabiliza como un punto. Dependiendo de la cantidad de éstos, se considera que la conducta es en mayor o menor medida adictiva

  1. ¿Se levanta y pone los dibujos
  2. ¿Desayuna mirando la tele?
  3. ¿Llega del colegio y va directamente a poner su programa favorito?
  4. ¿Su «deporte» favorito es mirar la tele o jugar a un videojuego
  5. ¿Prefiere quedarse en casa cuando le proponemos un plan divertido o que vengan sus amigos a casa?
  6. ¿Se inventa mil excusas para no salir y quedarse en el sofá delante de la pantalla?
  7. ¿No se va a dormir hasta que no acaba su serie preferida
  8. ¿Se sabe toda la programación televisiva? ¿Está pendiente de todas las novedades y conoce la historia de todos los personajes?
  9. ¿Te pide revistas informativas sobre televisión, películas o videojuegos?
  10. ¿Es capaz de pedir para Reyes o su cumpleaños una tele portátil o que instales una en el coche?

El desarrollo mental del niño va asociado de forma absolutamente interrelacionada con el crecimiento físico, especialmente con la maduración de los sistemas nervioso y endocrino. Por eso son tan importantes los primeros años de vida.

Sí. Es importante que disponga de tiempo para jugar y que pueda elegir entre varios juegos, pero debéis tener en cuenta que el juguete más sencillo a menudo suele ser el que le ofrece un mayor número de posibilidades de imaginación y juego. Trabaja con mímica, gesticula de manera exagerada para explicarle a qué quieres jugar con él; si lo hace su hermano o primo mayor el efecto será sorprendente. A los bebés les encantan los niños mayores y viceversa. Jugando aprenden y comprenden sus sentimientos, sus miedos y su mundo.

Los niños aprenden de distintas formas:

  • Solos, para ir a su ritmo, resolver sus problemas y tomar sus propias decisiones.
  • Con otros, para observar cómo juegan, aprender a explorar y relacionarse socialmente.
  • De forma activa, moviendo las piernas y los brazos, bailando, saltando.
  • Simulando o disfrazándose; cuando se convierten en monstruos, animalitos, papás, mamás, superhéroes y personajes de dibujos animados. También simulan cuando actúan, como si estuvieran en la guardería, en un hospital, en una fiesta de cumpleaños, etcétera.

Los niños desarrollan la inteligencia resolviendo problemas. Plantéale tareas sencillas para que las resuelva y ve aumentando el grado de dificultad a medida que crezca. Los retos deben ser fáciles, para que no se sienta frustrado y deje de intentarlo, a la vez que estimulantes, para que no se despiste y pierda el interés. Ayúdale a obtener pequeños éxitos mostrándole las soluciones.

Los niños aprenden a través del lenguaje. Habla con tu hijo mientras juegas con él y explícale qué estás haciendo y por qué lo haces. Los bebés suelen comprender más de lo que imaginamos, y explicar las reglas o el objetivo de un juego o actividad es un buen hábito. A los bebés les gustan los juegos de palabras y conviene hablarles con frecuencia.

¡Sí! Muchos padres se preguntarán cómo es eso posible si todavía no ha nacido, pero así es. Pensemos que el feto dentro del útero materno ya empieza a percibir cosas (ruidos, música, tonos de voz, el latido del corazón materno, etcétera) y responde activamente al entorno alrededor del cuarto mes de gestación. Los sentidos que se desarrollan más pronto son el auditivo y el kinestésico (sentido del movimiento). Si mientras lo llevamos dentro le solemos poner siempre la misma música relajante antes de ir a dormir, como Albinoni, Chopin o Mozart o cualquier balada moderna que nos produzca una sensación de paz y bienestar, y cuando nazca continuamos con esa costumbre, reconocerá la música y se calmará.

Cuando vayamos a jugar con nuestro bebé debemos relajarnos y apartar de nuestra mente cualquier preocupación, al menos mientras estemos con él. El bebé necesita tranquilidad y que la persona que esté con él muestre interés, motivación y alegría hacia la tarea que están llevando a cabo. El momento ideal para los juegos de estimulación es cuando el niño está despierto, tranquilo, alerta y sano. La idea es valerse de la rutina diaria y convertirla en una situación de juego y disfrute con el niño, y sin perder de vista nuestro objetivo: estimular su inteligencia y su capacidad para aprender a través del cariño, la dedicación y la entrega.

Cuando nace no es capaz de distinguir entre él mismo y el mundo que le rodea, puesto que nada sabe de éste. Sólo es consciente de sí mismo y de sus propias necesidades. No está familiarizado siquiera con las extremidades de su propio cuerpo, como lo demuestra el descubrimiento paulatino primero de sus manos y posteriormente de sus pies. El centro de su mundo se localiza en su estómago, desesperado de hambre o felizmente saciado.