El primer órgano de aprendizaje es la boca, y en ella nos basaremos para realizar ejercicios de estimulación. A través de los diferentes objetos que descubre mediante la boca va estableciendo las primeras clasificaciones. Para él existen dos tipos de cosas: las que se pueden succionar y calman el hambre (biberón, pecho) y las que no (dedo, chupete, sábana, juguetes). En esta etapa, el niño clasifica todas sus experiencias, por eso es importante que juegue a través de los sentidos y de los movimientos más variados.
Su esquema es muy sencillo: descubre las cosas por casualidad y las relaciona con lo que ocurre inmediatamente después. El bebé, desde sus primeros días de vida, tiene una asombrosa capacidad de reaccionar a diferentes estímulos, como la luz, el sonido, el movimiento, el tacto o el gusto. Las últimas investigaciones en este campo demuestran que el recién nacido es un pequeño ser activo, atento y selectivo, que percibe y organiza las diferentes sensaciones que recibe desde los primeros días de su vida.
Un momento importante es cuando el pequeño descubre la cara de mamá y establece su primer contacto visual. Esta intensa mirada tiene dos objetivos fundamentales. Cuando practica más el enfoque sobre un objeto cercano —normalmente madre e hijo se sitúan a un palmo de distancia—, mejor aprende a percibir y a desarrollar la vista. Cuanto más se fija en su madre, más motivada está ella, y le responde sonriendo, cantándole o hablándole, estimulando así al niño a continuar su exploración visual del mundo.
La evolución global se apoya en tres pilares básicos e imprescindibles: el área intelectual, el área sensorio- motriz y el área emocional, que es la fuerza que empuja el crecimiento de las dos anteriores.
Al nacer, el bebé sólo entiende el lenguaje de la piel y necesita sentirse querido, que lo cojan en brazos, que le canten, lo acaricien, lo besen, lo achuchen… La tarea de adaptarse a ese extraño nuevo ambiente acapara todos sus esfuerzos. Por eso es importante que sienta cómo lo abrazan y lo sostienen con firmeza. El contacto con la piel le comunica una reconfortante sensación de seguridad y de atención que lo tranquiliza. Las madres apoyan instintivamente a sus bebés cuando lloran sobre el pecho izquierdo. Eso es debido a que, de este modo, la cabeza del bebé reposa sobre el corazón de la madre y, al oír el latido del corazón, se calla automáticamente. Por ello, durante estos primeros tres meses la atención y el cariño son tan vitales para el niño como el alimento.
En cuanto nace un bebé, se pone en marcha un intenso proceso de aprendizaje en todos los aspectos del desarrollo: cognitivo o intelectual, físico, psicológico, emocional y social. Para aprovechar al máximo este importante período, comienza a potenciar todas esas áreas desde que nazca tu hijo.
Para que desarrolle el área mental puedes dejarlo en una cuna con mucho espacio para que explore espacio pequeño-espacio grande. Puedes estimular su agudeza visual jugando con él a la “croqueta” en la cuna, empujarlo cuidadosamente para que gire sobre sí mismo. Puedes fomentar la comunicación hablando a menudo con él.
A esta edad, el bebé disfruta de la experiencia de la actividad motriz, aunque no sepa lo que está haciendo. Esto se deduce de la intensa curiosidad con que contempla su mano cuando ésta pasa por delante de sus ojos. Parece no tener control sobre ella, ni conciencia de que pertenece a su cuerpo. Sólo por casualidad se la lleva a la boca, donde puede chuparla. Este descubrimiento casual le causa tal sorpresa que no se cansa de repetirlo una y otra vez hasta que aprende a controlarla y se da cuenta de que esa mano que ve pasar es suya, la siente y experimenta como parte de su cuerpo. Acaba de formar un nuevo esquema de aprendizaje sensoriomotor: al reflejo sensorial de succión le ha asociado el control motor de la mano para lograr su objetivo.
Una niña de apenas tres meses no puede comprender que su madre está en la misma casa, aunque no la vea, ya que todavía no se puede hacer un plano mental de dónde están cada una de las dos y además la voz no le sirve para identificarla. Si ella no te ve, es que no estás. Ese proceso le llevará dos años largos de aprendizaje. Así que, ¡paciencia! A esta edad es normal que no te deje hacer nada y que te la hayas de llevar contigo a todas partes hasta que vaya aprendiendo a esperarte sin frustraciones. Dale pequeñas pistas y auséntate pocos minutos para que vaya confiando en ti, poco a poco. Despacito y buena letra. Verás como no es difícil.
El área mental puedes desarrollarla con el “está no está”, o enseñándole objetos atractivos o jugando al caballito. El objetivo es que sonría, buscar su aprobación. También podemos buscar sus respuestas con las cosquillas, las sonrisas, al oír nuestra voz, con patadas y movimientos de brazos, que facilitará el desarrollo del área social. Podemos hacer un sonido para que el bebé se gire y busque de dónde viene el ruido; esto favorece el área auditiva.