Close up of pensive blond hair girl

Estamos en época previa a que empiecen los exámenes finales y acabe la tercera evaluación. Empiezan a aparecer los primeros nervios ante la posibilidad de que el curso no haya ido todo lo bien que quisiéramos. Nos entra el pánico ante los posibles suspensos o si el niño tiene que repetir el curso y empezamos a agobiarle.

 

Les ponemos un profesor particular, cada día nos sentamos con él a hacer deberes, pero no conseguimos que se concentre. En casa se lo sabe y al llegar al colegio parece olvidarlo todo. Los nervios le traicionan y se bloquea. En la escuela nos advierten de que su rendimiento no es el adecuado. La situación se complica. Antes de presuponer cualquier cosa es importante acudir a un buen gabinete psicopedagógico y averiguar cuál es el problema del niño: de orden intelectual o psicológico. A menudo, sólo es el miedo al fracaso lo que les impide demostrar sus habilidades. La baja autoestima y la poca confianza en sus posibilidades le impiden concentrarse en los exámenes. Se bloquea al empezar a leer las preguntas y se le acaba el tiempo sin apenas haber podido contestar. Hay niños que responden mal a la presión y el estrés.

La mejor actitud de los padres para ayudarlos en estas situaciones consiste en confiar en ellos y evitar presionarles.