Los trayectos largos y las caravanas agotan la paciencia de los padres más tranquilos. Los niños repiten con insistencia: ¿Cuándo llegamos? ¿Todavía falta mucho?
Estamos tentados a hacer que se distraigan con cualquier cosa (game boy, dvd, ipod) para que nos dejen conducir tranquilos, pero hay alternativas mejores… ¿Por qué no aprovechamos estos momentos para comunicarnos y aprender juntos?
Podemos rescatar algún juego de nuestra infancia: ¿Quién no se acuerda de la canción «Ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras…»?
Cualquier actividad lúdica sirve: canciones, el veo veo, contar coches según las marcas, el juego de las palabras encadenadas… Y vamos alternando. Nos divertimos, conectamos con nuestros hijos, aprendemos y los descubrimos. ¿Alguien da más?
Un juego en el que todos podemos participar es el que decimos por turnos una palabra que empiece por la última letra de la palabra anterior; podemos acotarlas en función de diversos conceptos dependiendo de la edad de los niños: animales, ríos, países, objetos, nombres, etc.
Así que ahora que se acercan unas vacaciones (seguro que nos encontraremos con alguna caravana), aprovechemos esos momentos para aumentar la calidad de nuestras relaciones paterno filiales y convirtamos ese paréntesis espacio temporal en una experiencia fantástica donde los mil elementos imprevistos se conviertan en un juego.